martes, agosto 19, 2014

¿Ha fracasado la educación en México?


Hace más de una década, específicamente en 2003, escribí un artículo sobre el futuro de la educación en nuestro país que fue publicado en una desaparecida revista sobre docencia. En aquel entonces postulaba que la "comercialización de la educación" traería desastrosas consecuencias en el ámbito académico y laboral.

¿En qué se basaba mi postura? Bueno, desde ése entonces logré ver cómo las instituciones educativas privadas se centraban en una encarnizada lucha comercial por atraer a una mayor cantidad de alumnos hacia sus aulas, situación que no es cuestionable pues finalmente cada una de ellas es una organización que, además una función social, están centradas en la rentabilidad.

La historia, los movimientos sociales, el desarrollo económico y los cambios culturales en los últimos quince años han hecho que la visión de la educación en México esté muy cerca de lo que desde ése entonces yo vaticinaba en mi artículo.

Por ello, hoy me doy a la tarea de repasar algunos de esos aspectos que en aquel entonces me hicieron postular mi hipótesis, no para hacer simplemente una remembranza sino para tratar de visualizar un futuro a corto, mediano y, si es posible, a largo plazo.

Antes del 2003, una huelga que benefició a las universidades privadas.

Entre 1999 y 2000 una larga huelga de casi un año en nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de México (UNAM), había afectado a más de 45,000 alumnos que estudiaban una licenciatura o posgrado. Según los indicadores históricos proporcionados por la Facultad de Ciencias Políticas de la propia UNAM (UNAM, s/f) en ése periodo se perdió un 13% de la matrícula registrada, es decir, aproximadamente 5,800 alumnos dejaron la universidad, y aunque no hay datos certeros ni cifras oficiales del destino de dichos estudiantes, es muy probable que un alto porcentaje de ellos haya migrado a una institución privada. Además de los alumnos “desertores” se debe considerar que en ése año al menos tres ciclos escolares fueron afectados por lo que no hubo ingreso de nuevos estudiantes a la UNAM, mismos que seguramente buscaron en las universidades de paga una oportunidad para no detener sus estudios.

Un amplio mercado, el mejor atractivo para las instituciones privadas.

En un artículo de Pablo González Casanova sobre el conflicto de la UNAM (Casanova, 2003), afirma que la población de jóvenes de menos de 24 años en nuestro país representaba para aquel entonces el 57% de la población total. Y aunque es sabido que casi el 70% de ellos pertenece a un nivel socioeconómico bajo, las expectativas para ingresar a un nivel superior eran cada vez más ambiciosas y al mismo tiempo posibles, no solo por la oferta educativa en las instituciones públicas, las cuáles en realidad no se daban abasto, sino porque el conflicto en la UNAM había desatado una enorme posibilidad de que las instituciones privadas se acercaran a un mercado tan basto con ofertas educativas que representaban menores costos, esto dado que a mayor cantidad de alumnos hay un mayor ingreso y, por lo tanto, más dispersión de los costos; por lo que éste mercado representaba un enorme potencial para lograr ganancias significativas en las instituciones educativas de paga.

Aunque en el mismo artículo se estimaba que sólo el 17% de los miles de jóvenes tenían acceso a los estudios superiores, las nuevas ofertas de las universidades privadas ponían al alcance de los sectores económicos más bajos de la población una oportunidad de ingresar a la universidad.

Reformas educativas que facilitaron los reconocimientos oficiales.

Las necesidades de conformar un frente común ante las reformas educativas hicieron que aparecieran y se consolidaran organizaciones formales de universidades privadas, las cuales comenzaron a intercambiar información para gestionar ante los organismos gubernamentales (principalmente la Secretaría de Educación Pública) mejoras que tenían como finalidad encontrar beneficios para sus estudiantes, pero que finalmente lograban convertirse en promesas comerciales que los apoyaba a lograr una mayor matrícula.

Entre estos beneficios se logró eliminar, en la gran mayoría de los planes de estudio de las universidades, uno de los requisitos que se convirtió en el principal obstáculo para que los egresados de licenciatura y posgrado obtuvieran su titulación: la tesis. A cambio de ello, las instituciones se adhirieron al programa de exámenes homogéneos que validarían el conocimiento mínimo para obtener el grado y que es aplicado desde 1993 por el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (CENEVAL), una entidad de orden privado y reconocida por la Secretaría de Educación Pública, que hoy es aceptada en innumerable cantidad de universidades para la aplicación de los exámenes que confirman los conocimientos necesarios para obtener el título sin necesidad de fundamentar el concepto de la investigación como base de su aprendizaje.

Con éstas características, el año de 2003 se convirtió en un periodo enmarcado por campañas publicitarias de diversas universidades que enfatizaban en la denominada “titulación cero” para que las instituciones privadas fueran más atractivas a los miles de jóvenes que querían estudiar una carrera sin el engorroso trámite de elaborar una tesis y su complicada investigación.

Aunado a ello, y derivado de la “incapacidad” del gobierno de atender a miles de jóvenes en búsqueda de una oportunidad educativa, las reglamentaciones de la SEP para otorgar reconocimientos oficiales a diversas universidades se fueron flexibilizando a tal grado que entre 2003 y 2007 habían aparecido más de 500 universidades privadas en todo el país; según un artículo publicado en el periódico la Jornada en el año 2007 (Poy, 2007). Se estimaba en aquel entonces que el 30% de los alumnos de las universidades ya estaba estudiando en instituciones privadas y que el crecimiento sería exponencial a grado tal que en tan solo un año llegarían al 40%. Según datos del Sol de México (Gómez, 2009) esa cifra se mantuvo estable durante 2 años más, considerando que el obstáculo para el crecimiento fue la crisis económica sucedida en 2008.

Aunque no hay datos que lo confirmen en éste 2014 se estima que el 50% de los estudiantes están inscritos en una universidad privada, como resultado de la recuperación económica que se está dando en el país.

Como he mencionado, desde el 2003 la lucha comercial entre las instituciones educativas privadas ha venido incrementándose, pero se acentuó por el efecto de la globalización. Hoy día es por todos conocido que universidades del tamaño e importancia como la Universidad del Valle de México (UVM) y la Universidad Tecnológica de México (UNITEC) han sido adquiridas por un grupo transnacional y ello dio pie a que la presencia de otras firmas internacionales comenzara a integrarse al sistema educativo mexicano.

La crisis económica del 2008 y el desempleo.

Algunos recordarán que el 2008 estuvo enmarcado por una crisis económica surgida por la recesión de nuestro vecino del norte y principal socio comercial. Y parte de los efectos negativos más significativos tuvieron repercusión en el desempleo, cayendo el índice en casi un 6%, según la Revista Contralínea (Contralínea, 2009) en donde se dice que no solo se despidió a mucho del personal que ya laboraba sino que no se abrieron nuevas fuentes de trabajo; lo cual obligó a cuestionarse ¿a dónde irían a trabajar los miles de jóvenes egresados de las universidades privadas y públicas de nuestro país? En contraparte, a la falta de empleos surgió una enorme oferta de candidatos que esperaban por una oportunidad y que estaban dispuestos a hacerlo a cambio de cualquier salario, no importando lo bajo que fuera.

Otro efecto preocupante se dio hacia el interior de las empresas, en donde la zozobra de ser despedidos a consecuencia de la poca rentabilidad, hacía que los empleados sacrificaran su nivel de ingresos permitiendo que les bajaran el sueldo a cambio de conservar sus trabajos y ello dio pie a que las organizaciones justificaran el no incrementar el nivel de sueldo de sus empleados por la aparente falta de preparación académica de sus colaboradores más antiguos. La catastrófica consecuencia fue la baja en el tabulador de los sueldos en todos los niveles.

La llegada de la generación Millenials.

A partir del 2008 las aulas se llenaron de alumnos nacidos principalmente en la década de los 90’s. Una generación a la que se le denomina Millenials. Hay muchos estudios que hablan sobre ellos, y se les atribuyen características positivas, entre ellas el hecho de que es una generación que prácticamente nació con la tecnología, con el internet; una generación abierta al cambio y a la evolución. Se habla de jóvenes independientes que no se les convence tan fácilmente y a quiénes no se les puede cuestionar sin tener un sustento para debatirles. Desde el punto de vista de la educación tradicional y de las perspectivas futuras, ésta es la generación que más incertidumbre despierta a los modelos actuales de la educación y del desarrollo empresarial. Se espera de ellos a una de las generaciones más inestables en el ámbito laboral, pues se dice que tan solo en un año podrían cambiar hasta quince veces de empleo. Por ello, Laura García afirma que es un grupo más enfocado en el emprendimiento que busca construir su propio conocimiento, aplicar el autoaprendizaje y desarrollar sus propias empresas (García, s/f).

En ése sentido, el modelo académico actual, aquel en el que al alumnado se le dota de conocimiento prefabricado basado en teorías, comienza a entrar en un proceso de crisis. Los mismos alumnos se cuestionan sobre qué tan importante es saber lo que alguien dijo (teoría), pues ellos mismos lo quieren descubrir. Sin embargo, hay un fenómeno muy interesante en nuestro país a diferencia de muchos otros y es que los Millenials de otras latitudes tienen un antecedente y desarrollo educativo que les permite centrarse en el aprendizaje por descubrimiento, mientras que en nuestro país la educación ha sido más enfocada a la memorización de teorías. Muestra de ello es que muchas instituciones han quitado de su modelo educativo la investigación y, por el contrario, siguen teniendo como herramienta de evaluación los exámenes escritos en los que el docente se limita a preguntar teoría. Los Millenials mexicanos han acarreado sobre sus espaldas un sistema educativo deficiente que es evidente hasta en pequeños detalles, como por ejemplo, el cúmulo de faltas de ortografía que ponen en sus redes sociales. Por lo que se piensa que si no saben escribir, menos van a saber investigar.

Aunado a esto hay mucha rigidez en el seno familiar, los padres se han vuelto más aprensivos y no creen en el autoaprendizaje de sus hijos Millenials. Son los padres los que eligen sus colegios, sus carreras y con ello están formando futuros profesionistas frustrados que estudiarán algo que no solo no querían sino que no conocían.

La tecnología como herramienta de educación.

Si bien soy un ferviente defensor de la tecnología, debo aclarar que el uso de la educación en línea no es un fenómeno que haya sido benéfico para nuestro país, por lo menos no hasta el momento.

Como consecuencia de los bajos sueldos y de la falta de incrementos en el salario abordados anteriormente, las universidades privadas vieron una nueva oportunidad de mercado. Todas aquellas personas que contaban con la fortuna de tener un empleo necesitaban regresar a las aulas para actualizarse y entonces justificarse para acceder a mejores sueldos, lo que no les permitía esa posibilidad era la falta de tiempo. Regresar al aula no puede hacerse de manera presencial por sus compromisos laborales.

Por otra parte, la nueva generación de Millenials no encuentra atractivo sentarse en un aula en donde no se les permita el uso de los dispositivos de comunicación que hoy enmarcan la tecnología, y en el peor de los casos estar en instituciones (por muy prestigiadas que sean) en donde las redes de internet sean tan inestables.Esto ha orillando a las universidades a sustentar su oferta educativa en plataformas tecnológicas que permitan la educación en línea. Pero, los grandes errores en los que se está cayendo son muchos. Entre los más importantes están:

  • Los planes de estudio tradicionales están siendo utilizados en las nuevas plataformas y no se han centrado en entender que el aprendizaje no es por repetición sino por descubrimiento, lo cual orilla a un esquema de autoaprendizaje.
  • La gran mayoría de los estudiantes mexicanos no están preparados para el autoaprendizaje, pues los más jóvenes (Millenials) no saben investigar y sustentar, y los más viejos (profesionales trabajando) no conocen a profundidad el uso de las herramientas tecnológicas.
  • Los esquemas de evaluación no pueden seguir basándose en una calificación y, aunque parezca simplista, pero que requiere de un profundo entendimiento; deben concretarse en la asimilación o no asimilación del conocimiento. Debe acreditar el que sabe y eso no es cuestión de un número.
  • En el esquema actual de la educación en línea se estima que un tutor atienda a sesenta alumnos en un límite de tiempo muy corto, por lo que lo relevante es calificar actividades en las que no hay el tiempo suficiente para retroalimentar. Lo que es peor no hay manera de evidenciar la asimilación del aprendizaje en un esquema de educación en línea.

Arribando al 2014.

Con esto finalizamos la remembranza y doy pie a algunas conclusiones que me llevan a confirmar el deterioro del sistema educativo a nivel superior en nuestro país. Situaciones incómodas para las universidades privadas, el cuerpo docente que en ellas labora, pero principalmente para mí, que he sido un participe directo de éste mismo deterioro, y es lo que hoy me tiene preocupado sobre el futuro de la educación en nuestro país.

  1. La enorme cantidad de universidades hizo que las ofertas educativas respondieran más a fines comerciales que al aprendizaje del alumno. Se habla de menor tiempo de estudio y de no tener que permanecer en el aula, de licenciarse sin una tesis, de tener un reconocimiento de validez internacional, pero muy pocas siguen comprometidas con la verdadera formación de los alumnos y de su aprendizaje.
  2. Dado lo anterior, los egresados salen con carencias terribles dentro de su formación profesional, no hay una respuesta efectiva ante los requerimientos del mercado laboral. Las empresas se quejan de que hay que invertir mucho en la curva de aprendizaje de sus nuevos colaboradores a causa de la deficiente enseñanza que tiene los estudiantes en el aula.
  3. En contraparte, las empresas pagan sueldos irrisorios a los nuevos colaboradores y se está generalizando una práctica muy dañina en la que las organizaciones ofrecen “la gran oportunidad” de aprender en la empresa sin ningún apoyo económico. Lo curioso es que los “becados” cumplen funciones diferentes para las que fueron “contratados”.
  4. Dado que el gran mercado de estudiantes se diluyó en más de 500 universidades (muchas de ellas denominadas “patito”), el reto para las instituciones es seguir bajando costos, de tal forma que llenan las aulas con grupos muy numerosos los cuáles son atendidos por un solo profesor.
  5. El desempleo también alcanzó a los profesores y se dio el mismo efecto, disminuyeron los honorarios y hubo docentes que ofrecieron sus servicios a cambio de un honorario menor. Los pagos por hora en licenciatura, en muchas universidades ronda entre los $70 y $80; y está repercutiendo en la calidad educativa y el compromiso con la profesión de la docencia.
  6. La existencia de tantas universidades ha centrado una lucha encarnizada de mercadotecnia en donde el factor económico es muy importante. Con esto quiero decir que la “ventaja competitiva” en muchas universidades son sus bajas colegiaturas para lograr inscribir más alumnos, y esto se fundamenta aún más cuando hablamos de un país en donde el 70% de la población cuenta con pocos recursos económicos.
  7. Dado que para el estudiante ya no es importante aprender en el aula, no importa lo que las instituciones enseñen sino que es más relevante obtener un papel que lo demuestre. La opción para ellos es elegir las universidades que faciliten la obtención del título.


Estas conclusiones me han llevado a confirmar que muchas de mis “profecías”, desde el 2003, sobre lo malo que le esperaba al sistema educativo mexicano, han quedado sobrepasadas por la realidad. Al observar el entorno, y basándome en lo que escribí en aquel entonces, y lo que acabo de escribir ahora, me quedan muchas preguntas, pero al mismo tiempo muchas certezas.

  • La oferta educativa actual no cubre las expectativas de los futuros estudiantes. Al ser autónomos en su aprendizaje es muy probable que no entiendan o no quieran estudiar las profesiones que existen actualmente.
  • Posiblemente ellos decidirán hacer lo que sus padres les traten de convencer de estudiar, pero esto no quiere decir que es eso lo que ellos verdaderamente desean. Escuché decir alguna vez a mi sobrina: “Voy a estudiar Diseño Gráfico porque me enseñarán a hacer aerografía y mi papá necesita que le ayude con eso en su empresa”. La frustración de los futuros profesionistas hace inminente que las instituciones gubernamentales, educativas, empresariales, familiares y la sociedad en general haga una revisión sobre cómo atender la orientación profesional de nuestros jóvenes, respondiendo con ofertas educativas que apoyen lo que ellos verdaderamente quieren aprender y que en muchos de los casos son profesiones que hoy en día no existen.
  • Es indudable que un nivel de licenciatura ya no es suficiente para poder obtener un empleo, por lo que ahora lo mínimo requerido será una maestría. Las empresas no esperarán egresados de maestría a los treinta años, ni siquiera a los veintisiete, por lo que el tiempo para estudiar hasta un nivel de maestría se verá disminuido con el tiempo. Tendrán que flexibilizarse los tiempos de estudio y en algunos años veremos a maestros de 23 o 24 años, máximo.
  • Las universidades se han dado cuenta desde hace algunos años que no deben concentrarse en preparar alumnos que vayan ingresar a una planta laboral sino que deben preparar a los futuros emprendedores que crearán sus propias empresas, pero deben corregir el camino pues siguen haciéndolo bajo un esquema de educación tradicional. Las empresas también se transformarán por lo que no es posible educar a los estudiantes bajo esquemas del pasado sino visualizar un futuro que no es específicamente en el aula.
  • Los alumnos no quieren teoría. Ellos están aprendiendo detrás de sus dispositivos, ahí obtienen el conocimiento, pero lo que no les están otorgando las máquinas son las habilidades y competencias, es justo ahí donde entrará en juego el nuevo esquema de la educación en México.
  • Preparar a los alumnos es ahora un sistema de acompañamiento, en donde se cuenta al mismo tiempo con estudiantes de edad adulta y jovencitos de la nueva era. Muchas universidades intentan separarlos, pero el esquema está cada vez más dirigido a que compartan el conocimiento en un mismo espacio (que en el futuro será principalmente virtual).
  • El reto mayor es que los docentes pasen de ser aquel profesor tradicional de hace 15 años y del denominado "facilitador" de la época actual, al “sensei” que sabrá guiarlos, más no obligarlos a hacer. Será más importante hablarles sobre las cosas “másprofundas de la vida”.

Con esto quiero terminar mi aportación, pues visto desde una perspectiva general, me parece que la educación del futuro se parece mucho a la del pasado. Pero no a la del pasado inmediato, sino a la de muchos, quizá cientos de años atrás, en donde los seres humanos aprendían de los propios seres humanos, en donde el aprendizaje era autónomo y empírico y en donde el más viejo de la tribu era el que guiaba por su sabiduría de la vida, más no por el cúmulo de conocimientos que había adquirido y al cuál cualquiera puede tener acceso, mientras lo quiera.

Gustavo Santana Cervantes/ mayo de 2014.

Fuentes --------

Casanova, p. (2003). El conflicto de la UNAM: Historia inconclusa. Recuperado el 5 de mayo de 2014 de: http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/osal/osal1/mexico.pdf

Contralínea (2009). México, incapaz de enfrentar el desempleo. Recuperado el 5 el mayo de 2014 de: http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2009/04/26/mexico-incapaz-de-enfrentar-desempleo/

García, L. (s/f). Millenials: Una nueva generación. Recuperado el 5 de mayo de 2014 de: http://www.leanstart.es/millennials-una-nueva-generacion/

Poy, L. (2007). Universidades controlan ya más del 30% de la matrícula nacional. La Jornada en Línea. Recuperado el 5 de mayo de 2014 de: http://www.jornada.unam.mx/2007/04/17/index.php?section=sociedad&article=037n1soc

UNAM (s/f). Indicadores históricos de la Facultad de Ciencias Políticas. Recuperado el 5 de mayo de 2014 de: http://www.fciencias.unam.mx/secretarias/apoyoeducativo/infoAcad/matematicas.pdf

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