sábado, mayo 04, 2013

Lo he intentando 11 veces.


- "Visitar a mis clientes es un asunto que al principio me frustraba! Siendo ya una mujer treinta y tantos creía que siempre iba a llegar a empresas en donde el Director General era ya un hombre mucho mayor que yo, un maduro que rondaba entre los 60 y 70 años. Pero, de pronto me enfrenté al hecho de que los directores de las empresas con las que trabajo son gente  muy joven que anda rondando por los treinta años. Pensaba: '¿Cómo es que éste mocoso tiene una empresa ya consolidada y yo apenas estoy intentando aterrizar la mía?' No fue sino hasta el momento en que me animé a hablar con uno de ellos que me di cuenta cuáles eran las cosas que nos hacían diferentes; y, créemelo, no es la edad"

Estas son las palabras de Moni, un colega, con quien sostuvimos una charla de sobremesa en la que se discutía sobre la inminente necesidad que hay en este país de auto emplearse; de ser los constructores de nuestro propio centro de trabajo.

¿Por qué a los mexicanos nos cuesta tanto trabajo ser emprendedores? Era una de los cuestionamientos que tratamos de resolver en dicha charla. Aunque se habló de una infinidad de posibilidades, coincidimos en dos aspectos importantes: los mexicanos le tenemos miedo al éxito y no somos perseverantes.

La cultura y educación mexicana nos ha llevado a una postura de sublimación. La gran mayoría sentimos que no somos merecedores de las cosas, por lo tanto, siempre tiene que existir alguien que nos debe decir qué hacer y cómo hacerlo; necesitamos de su aprobación, de su guía, y de la recompensa que nos quieran dar. Esa es la razón por la que al emprender las cosas nos sentimos tan desorientados. No tenemos quién nos guíe, quién nos diga cómo hacerlo, quién nos llame la atención y sobre todo quién nos reconozca y nos "pague" por ello.

¡Cuán difícil es hacer las cosas por uno mismo! Pero aunque hagamos las cosas, ¿qué va a pasar cuando lo logremos? ¿Qué va a pasar cuándo hayamos llegado a la cumbre? y sobre todo, ¿¡Qué va a pasar si lo logramos!?

Dado lo anterior, a veces nos echamos porras y decímos: "vamos a intentarlo", pero, ¡chin! un factor más... lo hacemos, echamos la caña al agua y... ¡no pescamos!. ¿Qué pasa? Bueno yo mismo lo he dicho y se lo he escuchado a los demás: "¡Lo intenté pero no funcionó!" Y justo lo que nos falta es... perseverancia. Muchos, ¡pero muchos! son los ejemplos de la gente exitosa que ha dicho no me salió a la primera y lo intenté innumerables veces hasta que lo logré. Y eso, ¡es una realidad!

Es una "suerte" para aquellos que las cosas le salen a la primera, pero si por alguna razón no sale, entonces tenemos la oportunidad de volver a intentarlo. Por cada vez que las cosas no nos salen, entonces... ¡lo que estamos ganando es experiencia y aprendiendo a cómo NO se hacen las cosas!

- "Pues después de la primera cita le dije a mi cliente, el dueño de una empresa de e-marketing de tan solo 29 años, ¿cómo le hiciste? ¡Yo quiero aprender de ti! Y me dijo: Lo único que necesitas son tres cosas. Uno, piensa por lo que más quieras que nunca debes tener un jefe. Dos, nunca dejes de intentarlo aunque no te salgan las cosas ¡yo lo hice 11 veces antes de darle al clavo con mi empresa! Y, tres, asegúrate de convencerte que eres merecedora del éxito".

1 comentario:

Unknown dijo...

Como han sido de clara las señales del "Miedo al éxito", que tanto se platicó... Uno quiere estar donde quiere estar...

Creámonos que podemos lograr ese"x" proyecto que tanto tenemos en la cabeza.

Tengamos FÉ de que lo lograremos, posiblemente no a la primera (si sale a la primera ya la hicimos) y sino... levantémonos y otra vez e iniciemos corrigiendo lo que ya sabemos que está mal..